sábado, 25 de agosto de 2012

Eurovegas, en busca de la mafia perdida


Si la cordura, el sentido común y la dignidad política no lo remedian tendremos en nuestro país, dentro de unos meses, un gigantesco parque temático de ludopatía, prostitución de lujo y blanqueo de capitales. El fin justifica los medios, deben de pensar los rateros políticos que nos malgobiernan para dar paso a ese megalómano macro-puti-club del juego, de la mano del magnate Sheldon Adelson, el Don Corleone del invento. Hay que recordar, a los menos avispados, que en cualquier lugar del mundo donde existen este tipo de complejos faraónicos hay una sólida implantación de redes mafiosas del crimen organizado, que tienen por costumbre controlar a raya a la prostitución, el tráfico de mujeres, los inmigrantes y, cómo no, el narcotráfico. Así que resulta un tanto curioso, aunque no sorprendente, que el jefe de la policía catalana (a las órdenes de ese “demócrata” con tufo a fascistilla llamado Puig) haya dicho que este Eurovegas no va a ser un foco de delincuencia en Cataluña (lo dirá porque ellos iban a tener trabajo a destajo haciendo redadas contra la mafia y la prostitución, con el consecuente incremento de sus nóminas, que en tiempo de crisis se agradece).

¿Pero cuál es el perfil del sujeto que quiere instalar un megaprostíbulo del juego en Madrid o Barcelona? Sheldon Adelson es un judío sionista mafioso (esto debe de quedar claro) perteneciente al sector ideológico más ultraderechista de EEUU, que tiene en su poder un imperio denominado Las Vegas Sands, que opera como una verdadera multinacional del crimen organizado. A pesar de que Adelson está siendo objeto de investigación federal por las autoridades norteamericanas bajo las acusaciones de corrupción y de relacionarse con las llamadas “tríadas” chinas, en España los demagogos de siempre (que no son otros que la clase política) le han dado vía libre para que promueva en este país una segunda versión macrohortera de Las Vegas. Un tipo, este Adelson, como diría Rafael Argullol, que parece “sacado directamente de las películas de Scorsese”. Y, desde luego, Casino sería la más idónea para encasillarle. Su ideario no deja lugar a la duda cuando este facineroso judío afirmaba en Forbes que “me da miedo la redistribución de la riqueza porque es el camino hacia el socialismo”. Un fanático de extrema derecha arribista que ha basado su fortuna en establecer estrechos vínculos con lo peor (si hay algo bueno) de la clase política norteamericana y judía. El escritor italiano Mario Saviano, experto en la mafia de su país (está amenazado por ello) ya ha dejado claro que si aprueban el Eurovegas y este va a parar a territorio catalán, “Cataluña se convertiría oficialmente en el centro de reciclaje mafioso de Occidente.”.

Pero no todo son detractores. Los mayores activistas y avalistas de este tinglado obsceno…¿adivinan quienes son?. Sí, acertaron, los políticos españoles. Efectivamente, hay dos inenarrables personajes, Esperanza Aguirre, en Madrid y Duran i Lleida en Cataluña que han señalado algo que se nos había escapado a nosotros, pobres incautos, ciudadanos incrédulos, refractarios a que exista prosperidad económica en nuestro país a cuenta del Il Capo Adelsone. La condesa del pueblo madrileño ha aseverado que Eurovegas sería un “parque temático de adultos (sic) que no va a ser tan sórdido como lo pintan” (ya se encargarán ellos de dulcificarlo y convertir la euromafia del juego en Eurodisney), mientras que su colega catalán no se ha cortado la lengua, no. Según Lleida, Eurovegas “traería prostitutas de lujo a Cataluña”, sentenciando a continuación: ”¿Se puede rechazar un proyecto que crearía puestos de trabajo?”. Tengo la ligera sospecha de que este señor es un asiduo a los burdeles catalanes.


Lo que pretende hacer el Padrino de Las Vegas Sands en España sobrepasa con creces el bandidaje político y supone una intromisión chantajista en las leyes españolas. Las condiciones impuestas por Don Adelsone se asemejan más a las de un paraíso fiscal, a un Estado delincuente dentro de otro Estado que a la implantación de un negocio limpio. Por citar algunas: impago de las cuotas a la Seguridad Social, exención de impuestos municipales y ventajas fiscales de tipo inmobiliario; solicitud de avales al Estado para conseguir préstamos por más de 25 millones de euros; expropiación de terrenos modificando, si procede, la zona reservada a viviendas de protección oficial; usurpar el uso del suelo por el curso los años; abolición de los convenios colectivos existentes en el Estatuto de los Trabajadores; modificar la legislación para hacer más laxo el blanqueo de capitales; eliminación de la ley antitabaco así como autorizar la entrada de menores en su fortín ludópata. Ya me dirán si no es tan abominable como perseguible penalmente. Aunque Montoro, el capataz del Ministerio de Hacienda, ya ha dicho que las reformas legislativas son buenas si con ello se crea empleo, en alusión directa al futuro Miami Vice español. Adelson y sus secuaces deben estar frotándose las manos y los bolsillos con esta compra de voluntades políticas. PP y CiU, como contrapartida, obtendrían (¿quién lo duda?) una buena saca de dólares para sus campañas electorales. Nunca se estuvo más cerca de la servidumbre.

La gran excusa sobre la que se va a montar este circo de delincuencia huele que apesta: se está pregonando un bulo sobre la creación de más de 260.000 puestos de trabajo que no se sostiene de ningún modo, porque tiene todas las trazas de ser una cifra inflada e irreal, una operación de propaganda política para embaucar al personal en tiempos de crisis. Y, por otra parte, hay que recordar que no todo es lícito en la creación de empleo y más si lo es en condiciones de semiesclavitud y sirviendo al lucro de un sucio negocio. En este gran burdel del juego sólo se arruinarán las vidas de unos pringados (cómo señalaba Robert de Niro en Casino), que irán a dejar su cuenta corriente en manos de un delincuente internacional. Y lo que es peor, con la colaboración explícita de unos políticos maestros en fomentar un modelo de desarrollo económico y urbanístico compatible con la corrupción, sólo que aquí tendrán el estimulante añadido de unas glamurosas putas de alto standing, de mafiosos y matones cuidando del estercolero, juegos amañados, máquinas tragaperras trucadas, croupiers robotizados y un desfile en serie de ludópatas. Hagan juego señores y pierdan en la ruleta rusa del capitalismo más sórdido…Gana la mafia.

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